Ahí está él, esperándome, sentado en las escaleras esperando a que yo baje.
Deseando volver a abrazarme, besarme y hacerme reír.
Y yo aquí, terminándome de arreglar, poniéndome lo más guapa posible para él.
Contando los segundos que quedan para terminar y encontrarme con él, para poder así, empezar nuestro paseo hasta el cine donde cogidos de la mano, veremos una de esas películas que te hacen llorar hasta no poder más.
Creí que me amaba, que me amaba de verdad. Hasta que lo vi.
Ahí estaba él con otra chica, besándola, abrazándola, amándola o por lo menos haciéndole creer que la amaba, como anteriormente me había hecho a mí.
Yo había sido esa chica, y, seguramente otra habría pensado igual que yo anteriormente.
Porque lo único que hace, es jugar con nuestros sentimientos, cuando consigue lo que quiere se va, sin más, en busca de otra chica para hacerle lo mismo.
Pero, ¿sabes qué? Algún día, nadie te querrá, te quedarás solo y pensarás en todas las chicas a la que les rompiste el corazón , entonces, te darás cuenta de lo que hiciste y de que es demasiado tarde para arreglar las cosas.
De que nadie te quiere y de que si alguna vez alguna de nosotras te quiso de verdad, tú desperdiciaste la ocasión.
Desperdiciaste la ocasión de querer a alguien de corazón, y, de vivir esa experiencia tan bonita que significa amar.
Puede que esté en un cuento de hadas, puede que me encuentre perdida en un laberinto, puede me encuentre en los profundos abismos del amor, puede que esté soñando en las nubes, puede que esté en el mundo de los libros.
Pero lo que tengo claro es que esté donde esté, tú estarás ahí, apoyándome, haciéndome reír, consolándome, abrazándome, besándome.
En definitiva queriéndome, pero no más de lo que yo te quiero a ti.
